Fue genial. Pasaban los días y mi felicidad parecia no tener final, tampoco mi buen humor. El placer era infinito si estabamos el uno al lado del otro. Las risas tampoco faltaban, ni los momentos de quietud en los que me limitaba a contemplarte. Oh, ¡Qué alegría al solo mirarte! ¿En vano? Si solamente duró un suspiro y la mitad de un susurro... ¡Pero que momentos! Si tan solo pudiese volver el tiempo atrás y no aspirar ese aroma tuyo que me hipnotizaba y no dejaba ver la verdad. Siempre te voy a amar y siempre voy a decir que sí. Por las dudas voy a esconderme, asi no me encontrás. Aunque la cruda verdad es que vos esto no lo sabes y de ser asi, no te importa. Eso es lo que duele. Tambien me duele... Nunca haberme despedido de vos.