Acercate. La niña estaba muerta de miedo, acurrucada debajo de la mesa, rogando que él no la encuentre. Ven aquí. La habia encontrado, ella corría maldiciendo a quien la había puesto en ese apuro, lloraba de rabia y temor, bebía del agua maldita que su perseguidor le daba de beber. Ahí estás. Todo se habia acabado, ella se tapó los ojos, oyó el correr de un chico, y esperó, ya resignada las palabras que sabía que iba a oír: Piedra libre!!. No había ningún compañero que pique para él y todos sus compa. Ella perdió, ahora le tocaba contar. Maldita sea.